Asustado por una reyerta de nervios
se refugió en el desapercibido dedo gordo del pie.
Permanecerá allí hasta que se esfume el peligro de que estallen los ventrílocuos.
Asoma y da un buche de un arroyo, afluente del río Arteria.
No sabe que es soluble.
No sabe que si empapa sus labios,
su agarre de orilla le arrastra directamente a las curvas.
disuelto, se riega esparcido
retorna para escaparse de nuevo.
se refugió en el desapercibido dedo gordo del pie.
Permanecerá allí hasta que se esfume el peligro de que estallen los ventrílocuos.
Asoma y da un buche de un arroyo, afluente del río Arteria.
No sabe que es soluble.
No sabe que si empapa sus labios,
su agarre de orilla le arrastra directamente a las curvas.
disuelto, se riega esparcido
retorna para escaparse de nuevo.
Fotografía: Brooks Reynolds
El desapercibido dedo gordo del pie... un lugar estupendo para refugiarse. Saludos.
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