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Ayer Martes entró en prisión Alejandro Fernández, el joven de Granada condenado "por pagar 79 euros" con un tarjeta bancaria que no era suya en 2010. El Tribunal ha condenado a esta persona a 6 años de prisión. Y hoy, un día después, ha comenzado a difundirse en la redes sociales, así como en diversos medios de información, una estampa a modo de esquema con una información falsa y engañosa sobre este acusado.

La facilidad con la que con frecuencia nos topamos información falsa en las redes sociales es sin duda un flaco favor hacia los que hoy están seriamente comprometidos con un periodismo de rigor, de veracidad, credibilidad y sobre todo de hechos contrastados. Esta brecha de la desinformación queda, más si cabe, en ridículo cuando el argumento proviene de una fuente a la que rápidamente se le destapa de racista y sus aportaciones son tan débiles como insustanciales son sus mentiras.


Viene del pasado Martes un artículo en Eldiario.es titulado "El 15% de los electores habría votado distinto de haber sabido el resultado el 20D".
Lo que es votar sin ideología. Pero lo más interesante es que ese "de haber sabido" viene condicionado, además de por la impostura política en la que tiendes a votar lo que voten las mayorías para sentirse más seguro en una corriente a la deriva, viene por la poderosa y sigilosa inducción de las encuestas, más encuestas, gráficos, pizarras de plató y estadísticas de intención de voto presentes cada día en prensa, televisión y radio. 


Y ahora otro punto fuerte, cuando somos conscientes de que esos medios que difunden esos datos, son principalmente medios de comunicación privados, es decir, con poderes financieros y empresas inversoras detrás de esos medios y no carentes de querer una recompensa en beneficio del sistema encorsetado con el que se enriquecen, y que perdure acorde a la altura de sus libertades. La inducción de voto promovido de toda la vida, vamos, más allá del espectro de los partidos políticos en plena campaña electoral, más bien donde intervienen esos poderes que nadie ha votado, y por tanto de dudosa calidad democrática.

Existe un modo fácil para dejar de seguir cuentas de Twitter que no se siguen de una sola vez, sin tener que recurrir a la manera clásica y pesada de ir clickando en "Dejar de seguir" uno por uno, y lo más importante, sin necesidad de aplicaciones externas como NotFollow.me
Para ello vamos a seguir los siguientes pasos de un modo sencillo.
Viñeta de Lumpen
Ilustración de Lumpen

Es fascista retirar sus bienes y su dinero a los refugiados en Dinamarca, como fascistas son Amanecer Dorado en Grecia y Svoboda en Ucrania caminando con ritmo político y con arrebatos de ilegalidad, con la violencia a golpe de estado.

La ultraderecha con simbología nazi capitaneó el golpe de Euromaidan, Ucrania. 2013.

La extrema derecha de Amanecer Dorado muestra sin tapujos su fascismo en Grecia.


También son fascistas los encapuchados de Estocolmo (Suecia) atacando y amenazando a los refugiados allí huídos. Es fascista que en Reino Unido pinten de rojo las puertas de las casas de los refugiados y les hagan portar pulseras rojas para identificar quienes son. 

 
Puertas y pulseras rojas para 'marcar' a los refugiados.


También lo es en España tras la exhumación de una fosa franquista por orden judicial, decir (concejal PP Murcia) que "han pasado 80 años, que todos están muertos, que hay quien no tiene nada que hacer" como si la dignidad de las víctimas fuese una privilegiada exquisitez reservada solo en el marco de lo retorcidamente justo según procedan o les venga en gana, aunque les aceche el Derecho Internacional. 


El fascismo de toda la vida, vamos.
Pues despunta de nuevo en tiempos oscuros, comienza a ebullir ese fascismo templado y manso de las últimas décadas, rescoldos de un fuego mal apagado. Y cuidado, que acabamos pensando como ellos.